El soldado Ricante
Archivo de Maximiliano Trapero (4303),
Antonio Ortiz Herrera. La Gomera, 1988
Islas Canarias
López Viera plantea que una de las características sonoras más importantes en la base del toque de tambor gomero es la heterofonía. Esta se caracteriza por articular variaciones sobre una misma línea melódica, varias voces que generan diversidad sobre una sola voz. De manera inversa, podemos ver en el tambor gomero unidad en la diversidad, al reunir en su esencia los rasgos comunes presentes en las múltiples ideas de tambor que proliferan por doquier.
Si lo vemos como un cruce de conexiones históricas, independientemente de si “es” gomerita o no, con cada golpe del tambor podemos pasar de los “magos” gomeros al tajaraste, construido con madera de drago según Viera y Clavijo, o con la penca seca del cardón según Bethencourt. Con otro golpe del palo, el nombre del tajaraste nos lleva a un supuesto pasado precolonial asociado a la lengua amazigh, y su baile se conecta con la danza barroca “le tambourin”, o según Trapero, se conecta con los vaqueiros asturianos o la jota castellana del campesinado que coloniza Tenerife; Jota que a su vez es un híbrido morisco y castellano. Otro golpe más del tambor y Roberto Hernández conecta el baile con pandero y flauta aborigen canaria con la cultura bereber del Atlas, y de ahí otro golpe nos lleva hasta las fiestas anuales que se celebraban en Roma en honor de Cibeles, diosa de la fertilidad y de la naturaleza y Attis, el dios de la vegetación.
Kleos Doramas aspira a ser una una heterofonía de conexiones históricas entre músicas y plantas en un pasado de encuentros y colonizaciones.